Para ELLA (mi MADRE). Para ÉL (mi PADRE)


Porque eres linda desde el pie hasta el alma
pequeña y dulce corazón de coraza.
Mario Benedetti.

Hoy, 12 de agosto de 2015, día de su cumpleaños, le dedico este pequeño rincón  a mi madre, mamá, con todo el cariño del que soy capaz y que no alcanza el que ella nos dio a lo largo de su vida. Nos dejó el 2 de agosto de 2015, día de mi Santo, tras una vida llena de cariño por todos los suyos y todos aquellos que la rodearon. Se fue como vivió,  casi en silencio y cumpliendo su voluntad: ella antes que mi padre.

 Siempre pensaba en los demás, siempre estaba cuando la necesitabas. Nos ha dejado un vacío que nunca se llenará, pero un inmenso amor. Soy  lo que soy por ella. Me enseñó todo lo importante que debo saber y sobre todo me enseñó a luchar por la felicidad, a ser feliz y a amar.

Su infancia y juventud, como la de la mayoría en aquella época, fue dura, alternando sus horas de juego y estudio con el duro trabajo de los campos. Luego llegó la emigración a la gran ciudad.

Ella, que no pudo estudiar porque mis abuelos no tuvieron recursos económicos para ello, se preocupó de que sus hijas lo hicieran y de su mano fuimos universitarias. Ella, que no fue independiente porque  la época que le tocó vivir no se lo permitía a las mujeres, luchó para que nosotras sí lo fuéramos. Y lo consiguió. Ella entregó su vida a su familia,  a sus hijas, a su marido, a sus padres y al final, apenas pudimos devolverla algo de lo mucho que ella dio. 

Inquieta y curiosa intelectualmente, inteligente, de mente abierta, sensible y generosa, se salía siempre con la suya. Sin discutir, sin enfrentarse con nadie. Con dulzura y cariño. Ella fue feliz a nuestro lado, y nosotros al suyo, hasta que se fue. 

Entre sus cosas encontramos  unas pequeñas hojas de papel con su cuidada y redonda caligrafía donde aparecía una descripción de su pueblo  al que adoraba, y un breve poema. Quiero, a través de estas líneas, intentar devolverla solo una pequeña parte de lo que me entregó.

Es una transcripción literal, por lo que he hecho algunas llamadas para hacer aclaraciones o ampliar la información.

Porque soy fruto de lo que fue y creó.

LO QUE NO SE COMPRA CON DINERO

Con dinero se compra placer, pero no amor
Un esclavo, pero no un amigo
Una mujer, pero no una esposa
Una casa, pero no un hogar
Alimento, pero no el apetito
Medicinas, pero no salud
Diplomas, pero no la cultura
Libros, pero no inteligencia
Escuela, pero no educación
Tranquilizantes, pero no la paz
La indulgencia, pero no el perdón
La tierra, pero no el cielo
Los que quieren enriquecerse caen la tentación
y se vuelven esclavos de sus muchos deseos
Porque el amor al dinero es la raiz
de toda clase de males.
Tu error está si amas más el dinero que a los hermanos,
que somos todos,
Pensemos.


F. Blázquez,


Conocer el Valle Amblés

Mi pueblo es Santa  María del Arroyo: en el centro del Valle Amblés, a 20 kilómetros de Avila, al Sur de la Sierra de la Paramera o Picos Zapateros. Al Norte, nuestro monte. El pueblo es pequeño por la emigración pero tiene cosas importantes. La iglesia (1) es muy bonita, con un retablo precioso, sacristía, baptisterio, tribuna con un gran órgano, un atrio de piedra todo alrededor. Está fuera del casco urbano, a 200 metros más o menos, en una loma que se divisa casi desde todo el valle y dedicada a Nuestra Señora de la Asunción.



En el centro del pueblo, está la ermita del Santo Patrón del pueblo: San Antonio de Padua (2). También es bonita, con su retablo y el techo con alegorías. En la plaza, un pequeño jardín y un verraco vetón (3).


Hay dos cementerios y dos ayuntameintos, los nuevos y los viejos. El Ayuntamiento viejo es un edificio de piedra muy bonito en una placita cuadrada con casas antiguas, todas de piedra y arquitectura tradicional.


El monte es bastante extenso y hay rutas. La primera subiendo a la Majadilla. Se trata de una fuente de piedra y dos pilas también en piedra que acaba en un pilón. El agua era muy buena. Hace bastante tiempo se subía a lavar la ropa y a pasar el día. Hoy está en desuso debido a que se bajó el agua al pueblo y se secó la fuente, pero el paisaje es muy bonito.


Otro sendero es por la Colá o Monte bajo, llamado Lojondo, con encinas milenarias donde se cebaban los cerdos ibéricos del pueblo porque tienen bastantes bellotas que ahora no se recogen, 


Otro paseo desde Lojondo, al barranco las Cárcavas, donde hay también un manantial con dos pilas para que beban los animales. Otro camino, el de los Molinos, con monte a la derecha y el prado de Arriba a la izquierda. Es casi llano. Subiendo están las Vegas, ayer huertas, hoy abandonadas, con mucha arboleda y chopos. Por el camino y el arroyo llegamos a los molinos. Había tres, yo solo conocí uno funcionando. Ya solo quedan ruinas. Más arriba hay una cascada llamada la Concha.


Volvemos al pueblo.


Por la calzada que le cruza en tiempos paso de ganado, vamos camino de Villatoro al prado de la Reguera con su corraliza para el ganado.


Otro camino es el de Carrascal, todo campos de cereales. Cruzamos la N-110 en el centro del Valle y vemos el prado de Carrascal, con una pequeña fuente y corraliza para el ganado. 


Por último está el prado de Abajo: sale del pueblo al Sur, cruzando la N-110.

Lo mejor es descubrirlo.

F. Blázquez Jiménez. 1933



Notas:
(1) Siglo XVI, construida con sillares de granito, de planta cuadrada y soberbios contrafuertes en las esquinas. A los pies, el campanario. Se accede al templo por una portada de medio punto, abierta en el muro sur de la nave y protegida por un pórtico.

En el interior destaca la bóveda estrellada de la capilla mayor y su retablo mayor, del siglo XVIII, con cuatro excelentes columnas que dividen el cuerpo en cinco calles muy decoradas, obra del tallista abulense Manuel Rodea y está dorado por Francisco Rubín de Celis. En el centro está la imagen de Nuestra Señora de la Asunción rodeada de ángeles.
Hay en el templo otros tres retablos: los colaterales de la Virgen y de Cristo Crucificado y el antiguo retablo mayor, barroco, de comienzos del siglo XVII que está adosado al muro derecho del cuerpo de la iglesia.

(2) Construida en las últimas décadas del siglo XVII, se compone de un cuerpo rectangular con ligero estrechamiento en la cabecera, un pórtico formado por columnas adosado a la fachada principal y una espadaña  situada sobre la puerta.
A lo largo del muro izquierdo se adosan la sacristía y otra construcción que sirvió en tiempos de vivienda para el santero.
En el interior sobresalen el retablo, de finales del siglo XVIII, y las pinturas murales que decoran las paredes de la capilla mayor, también del siglo XVIII.




(3) es un verraco de piedra —una escultura zoomorfa de origen vetón— que representa a un toro Tiene unas dimensiones de 162 x 50 x 37 cm y presenta entalladuras a modo de estría que simulan los pliegues cutáneos.

Historia
Data del calcolítico o segunda edad del hierro. Una leyenda cuenta que su nombre se debe a la milagrosa recuperación de una mujer que aquejada de una grave enfermedad se la apareció la Virgen de la Asunción cuando lavaba en el arroyo.

En el siglo XVI Santa María del Arroyo estaba formado por tres barrios el primero se llamaba El Arroyo y estaba situado en donde actualmente se encuentra el pueblo, otro se encontraba en los alrededores de donde se encuentra la iglesia  y probablemente estuviera formado por las personas que se dedicaban a la construcción de la misma, y el tercero estaba situado en una paraje que hoy se denomina con el nombre de Matutejo. Ya en el siglo XVI  constaba ese nombre en los libros del archivo provincial en la recaudación de impuestos: "en el poblado de Matutejo habitan 57 personas con sus respectivos animales".

En los últimos años y según los estudios de los arqueólogos Santa María se sitúa como sitio más probable la ubicación de una villa romana, por donde está situado el camino de Carrascal cercano a la carretera N-110 por donde pasaba la calzada romana dirección Ávila. No existe ningún resto pero los agricultores comentan que hace ya bastantes años haciendo las labores del campo, encontraron alguna tumba que fue destruida.

Video del pueblo: https://www.youtube.com/watch?v=ZBPXzFUbAjQ

Santa María del Arroyo, pequeño, recogido, tranquilo, ha sido el escenario principal de las vacaciones estivales de mi infancia y adolescencia. Sus calles han acompañado mis idas y venidas a las eras, a trillar con las vacas o aventar el grano, lo que para mi era entonces una diversión. Por sus caminos he ido en carro tirado por vacas, he montado en burro y luego los he recorrido a lomos del caballo de un vecino. Durante todas las épocas de mi vida, a "los molinos" o al "huerto del abuelo" a la Majadilla, a aquella curiosa piedra en medio del monte que mantiene equilibrio sobre otra y cuya forma recuerda a un candil ("canto Candil"), al arenal, al Prado de Arriba o al de Carrascal,   al Barranco Lobero o al de las Cárcavas ...llevando la merienda con pan de hogaza y chorizo de orza  o jamón, con mis abuelos, con mis padres, con mis primos...Guardo esos recuerdos como un auténtico tesoro en mi corazón. Paisajes de mi infancia que poco han cambiado.

A la vez, fui creciendo y ya mis pasos me encaminaron al "huerto primero" donde jugábamos al futbol o compartiamos confidencias. Por sus caminos íbamos en grupo a las fiestas del cercano Muñogalindo o de La Torre, donde aprendí a bailar pasodobles, o al menos, eso creo. Y a oscuras nos veniamos por esos caminos. Luego los tractores y los coches rompieron ese grupo y casi sin darme cuenta...me empecé a alejar y mis pasos me encaminaron hacia otros lugares que por desconocidos despertaban mi inquieta e insaciable curiosidad.

Todavía veo a mis abuelos sentados en una gran piedra a la puerta de su casa, con el macizo de los Picos Zapateros y Serrota de frente, tomando "el fresco" al caer la tarde. Y tengo muy nítidos todos los rincones de lo fue su casa con aquellos techos tan bajos, aquella chimenea gigantesca que ocupaba casi toda la cocina, y con aquellas curiosas "alcobas" que en realidad era una habitación grande con dos huecos donde encajaban camas dobles y que cerraban con una cortina de tela. El reloj de mi abuelo, con aquel péndulo de piña que pesaba y que él subía y bajaba. Y el "sobrao" aquel espacio encima de la casa iluminado por una minúscula ventana donde se guardaban todo tipo de utensilios y trastos -la mayoría apeos de labranza- para mi tesoros por descubrir, y su corral...

Chispita, la paciente y cariñosa gata de mi tía a la que yo llamaba " tía Luteria" para  años después descubrir que su nombre real era Eleuteria. (Luteria era más pronunciable para una niña). Y tía Andrea, y tío Basilio, y tía María, y tío Tomás, y tío Miguel y tía Pilar, y Miguelón y Fausta, Joaquina y todos los vecinos que sin serlo, eran tíos, y las galletas de nata, y las perronillas... y aquella pregunta que siempre llamó mi atención: "Y ésta...¿de quién es?" hasta que aprendí a responder: "de tío Julio y tía Marcelina" -mis abuelos- y veía como sus caras mudaban por el "reconocimiento" a la vez que exclamaban: "¡ahhhh!" retorciéndome el moflete y plantándome un sonoro beso.

Y la misa del domingo, día que deseaba que llegara para lucir mis mejores galas, el vestido más nuevo, o los zapatos de charol. Todavía tengo en mi memoria el sonido de las campanas. Tres llamadas: la primera en la "iglesia de abajo"  (la ermita) y las siguientes ya en la de "arriba". Y el desfile de los vecinos del pueblo por el camino arriba hacia la iglesia desde donde se contemplan unas hermosas vistas de todo el valle. Y ¡como envidiaba a los chicos! tenían el "poder" de subir a tocar las campanas, poder, no concedido a las chicas aunque yo me colaba alguna que otra vez para sentir su ensordecedor ruido. Testigo también de mis primeros amores y del actual, y también de pequeños retazos de la infancia de mis hijos, cuando quedaban durante unos días al cargo de los abuelos, o compartían otros con todos. Tantos y tantos recuerdos encerrados entre sus calles, en sus casas, en sus gentes...y unidos, mejor, fundidos estrechamente con mi madre.

Aunque halla cambiado sus calles por las de otros lugares, sus paisajes por otros desconocidos y lejanos, aunque no pase mis días entre ellas porque he descubierto el gran placer de viajar, siempre estará en mi corazón y el cariño de todos sus vecinos conmigo, como lo han estado siempre llevándolos allí donde he viajado y sus calles guardarán por siempre el eco de mis carreras, de mis risas, y también de mis llantos, de mis tiernos años, como guardan los de tantos y tantos que pasaron antes y que lo harán después. y todo, todo, estará unido con lazos perpetuos, los lazos del recuerdo de aquellos que quise y se fueron, mi tia "Luteria", mis abuelos, y ahora, mi madre y los de los que aún permanecen, mi hermana, mi tía Juli, mi padre y mis primos, y como no, el resto de los "tios y tías" que pueblan este pequeño rincón.

Y quisiera transcribir aquí las hermosas palabras que un amigo, Sombra50, escribió cuando leyó estas líneas y con ellas también deseo expresar mi agradecimiento por todo, todo el cariño con que hemos sido arropados.

"(...) He llegado a la conclusión de que lo único que es verdaderamente cierto, es el cariño de una madre. Lo demás..... es un trasiego de intereses y de acomodos ..... de ninguna forma tan desprendidos, desinteresados y ciertos como la madre. Yo supe que después de que ella muriera, esto sería....."un pasar"..., con otras sensaciones emocionales, pero nunca como la verdadera y única grandeza del cariño natural, intenso y desinteresado de ella(...)


Boadilla del Monte, Agosto de 2015


PARA ÉL (Mi padre)


Si nada nos salva de la muerte,
al menos que el amor nos salve de la vida
(P. Neruda)


Mayo de 2016. Nueve meses después de perder a mi madre, mi padre la siguió. Hace más de un año que sabíamos de su enfermedad, el terrible cáncer y la vida nos ha regalado tiempo. Tiempo para mimarle, tiempo para conocerle, tiempo para despedirnos, tiempo para hablarnos, tiempo para y de querernos. Y él se ha ido sin saber lo que realmente padecía  en esa ignorancia  admitida y defensiva, casi pueril y tierna. Se lo debíamos y únicamente le devolvimos algo de esa protección que él también nos dio.

Y durante este tiempo hemos recibido su última lección. La de la serenidad, la soledad, el dolor, la de afrontar la muerte cara a cara, sin miedo ni temor. Porque con su afirmación de no tener miedo a la muerte, solo a perder el control de su vida, comenzó a romper esa “conspiración del silencio” que existe alrededor de la muerte  quebrada por completo cuando nos  abrió su corazón presionado por el sufrimiento a que le sometía su enfermedad.

Y todavía tengo en mis ojos, los suyos, preguntándome cómo ha de hacer uno para morirse, unos ojos suplicantes, pidiendo irse con mi madre, rogando que le ayudáramos a ello, afirmando que él era cobarde para hacerlo por sí mismo y dándonos permiso para acabar con su vida. Y no sé aún como, me mantuve serena y cogiéndole de la mano le dije que eso era ilegal en nuestro país, algo tan sencillo como cumplir su voluntad, cosa que intentamos hacer hasta ese momento, algo que sí permite la Ley con nuestras mascotas y que prohibía hacer con nosotros mismos y con nuestros seres más queridos. Que juntos, todos, esperaríamos a que llegara su hora, y que le prometíamos que íbamos a evitarle sufrimiento.

Y aún le veo, resignado, yéndose al hospital confiado en que íbamos a quitarse ese sufrimiento pero también creo que convencido de que no iba a volver porque mientras esperábamos la ambulancia nos decía que todo estaba arreglado y que mi hermana y yo íbamos a “pachas” en todo.
Y mi padre se quedó en su casa de Boadilla  donde quiso acabar y al hospital sólo llegó su cuerpo. Un cuerpo que apenas duró 13 horas más, pero ya dormido, tranquilo. Su cara expresaba tranquilidad y se fue, como quiso, durmiendo.

Y así, ambos, nos dieron su última lección. Y tanto la muerte repentina de mi madre, como esta espera conocida de la de mi padre me ha hecho más fuerte, más humana, más sensible al dolor de otros, más cercana, y he conocido más a algunos que decían estar conmigo y he notado su ausencia,  porque el dolor es un fuerte repelente, y aquellos más distantes, y que se han acercado a compartir. Y también he aprendido a no juzgar tan duramente porque cada uno se enfrenta  a la muerte, a la pérdida y a su dolor de manera distinta. Y hay tantas formas, como personas.

Ambos, los dos, mi madre y mi padre han hecho de mi lo que soy, con mis grandes defectos y también mis virtudes. Gracias a ellos soy lo que soy, gracias a ser hija soy ahora compañera, amante, esposa, amiga y madre y sobre todo, y aunque no sea muy elegante decirlo,  una buena persona. Pero mis hijos son también lo que son por ellos.

Y así contribuimos a nuestra propia eternidad pese a que tan solo quedemos en el recuerdo de tan solo dos generaciones.

Y no sería justo no mencionar aunque solo fuera de pasada a todos aquellos que también, a su manera, en mayor o menor medida, han  escrito parte de estas líneas: su médica de atención primaria, Susana, que con su calor y atención ha ido más allá de su obligación profesional, el equipo de paliativos, Irene, su médica y Marta, su enfermera, que han seguido con cariño y profesionalidad la evolución última de su enfermedad, que le han proporcionado alivio físico y también emocional, a él, y por supuesto, a mí. Y hasta el último momento, a tan solo horas de su fallecimiento, tomando decisiones, orientando, informando, animando, apoyando…un trabajo de un valor incalculable y duro, muy duro. Ana, la psicóloga del equipo, de la que he recibido también un gran apoyo  profesional y personal y que me ha ayudado a  no entrar en ese agujero negro de la depresión, que me ha ayudado a mantenerme todo lo estable emocionalmente que se puede estar, a aceptar la muerte de mi madre y  prepararme para la cercana de mi padre con serenidad. En ella he encontrado apoyo y complicidad, ayudándome a apuntalar esta especie de “castillo de naipes” que emocionalmente era, a hacerme fuerte y  a  no dejarme  “secuestrar” tanto por mis emociones.  A mis compañeros de trabajo, en especial a Vero que ha vivido más de cerca la intensidad de mi dolor, a mis amigas y amigos,  a las que han compartido la pista de tenis despidiendo junto con la pelota parte de mis penas (Marisa me entiende) y a tod@s l@s que han contribuido  a dejar también parte de esta pena y angustia en los caminos del monte, entre  las encinas galopando a lomos de un caballo  (Inmaculada también sabe),  a mi vecina, también  llamada Marisa, cuya sensibilidad y cercanía me ha sorprendido, al vecino de mi padre, Antonio, que ha dejado horas y horas  haciendo compañía a mi padre, entregándole, no solo tiempo, si no cariño, y a todos aquellos que aunque solo sea a pequeños retazos han contribuido de una manera u otra a acompañar, a mitigar, a compartir, como en sentido recuerdo que me dejó ayer la persona que recogió sus equipos de oxígeno y que se apenó al saber la noticia diciendo de mi padre que siempre lo había tratado con cariño y que era una ….buena persona.
Y a mis hijos  que estaban muy unidos a sus abuelos, y sobre todo a mi marido, porque seguro, que no estuve a su altura cuando él, durante años, pasó por algo similar y que ahora, ha demostrado, una vez más su gran generosidad estando en todo momento a mi lado.   

Gracias, mamá, gracias papá. Gracias a todos.


Siempre dije que sólo se crece con dolor, y este, tan intenso, me ha hecho mejor.


Mamá, papá hemos de continuar sin vosotros y las palabras de este hermoso poema de Mario Benedetti me consuelan y acompañan 

(…)No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.

(…)Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.

(…)Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
Mario Benedetti.


Sé que allá donde esteis,  juntos  ya,  nos acompañareis y cuidareis.
Vivís con nosotros  siempre en nuestro recuerdo.   



Mª Angeles del Valle Blázquez
Boadilla del Monte, Mayo de 2016







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